Stock Ticker

30 de abril de 2014

Como nos recibe el 1° de mayo?

Está claro no hay nada nuevo, la economía argentina está aguantando solo por las medidas implementadas por el BCRA luego de la devaluación del 23% practicada hacia finales del enero. La entidad logró echar por tierra la corrida cambiaria básicamente con dos instrumentos ortodoxos: 1- Convalidar tasas altas en sus colocaciones de letras. En efecto casi en forma instantánea la medida repercutió en el mercado minorista llevando a las tasas de plazos fijos al 25% anual efectivo en promedio. 2- Nueva normativa (5536) del BCRA que restringe la tenencia en cartera de moneda extranjera de las entidades financieras (billetes y títulos públicos). Claramente la presión sobre el dólar disminuyó a partir de esta iniciativa.

Ahora bien, y el trade off? Simple. La primera medida impactó negativamente sobre el nivel de actividad, como anticipamos en entradas anteriores, y por ende ayudó a contener algo la variación del nivel de precios. Según el IPCNu a marzo le corresponde una tasa de inflación de 2,6%. Para abril se espera que la inflación se encuentre entre 2 - 2,5% aproximadamente. Típico ajuste por recesión con un agregado, la tasa de inflación anual sigue por las nubes (aprox. 35%), por lo cual estamos en un virtual escenario de estanflación. La segunda medida actúa específicamente en el mercado cambiario. Aquí el impacto es positivo debido a que al congelar expectativas de devaluación generó incentivos para liquidar cereales y oleaginosas cuyos volúmenes se sitúan en aproximadamente USD 2.700 millones desde mediados de marzo. Tenemos una correspondencia en la recomposición de reservas? Muy poco. Las reservas siguen cerca de los USD 28.000 millones dado que hubo vencimientos que afrontar.

Debemos entender una cosa, esta segunda medida del BCRA es de una vez y para siempre. Son las últimas balas de la cartuchera y de no mediar cambios en la dinámica económica, el impacto se disipará por completo poniendo nuevamente presión sobre el tipo de cambio conforme se neutraliza la devaluación real. Objetivamente el problema está en economía. El Ministerio de Economía corre una carrera completamente disociada de la estrategia del Banco Central. Febrero mostró un aumento de 42% del gasto público con respecto al mismo período de 2013. El déficit primario superó los $5.500 millones y no parece haber tendencia decreciente en el futuro cercano. Más aún, si hacemos los cálculos “como corresponde” tenemos un déficit fiscal por encima del 4% del PBI. Si esta dinámica continúa, el BCRA deberá emitir más de $ 160.000 milllones en 2014 para financiar a propios y ajenos. Solo a fuerza de una enorme absorción de pesos se podrá mantener el nivel de emisión por debajo del 20%. En efecto el día de ayer (29/04) el BCRA aspiró $ 6.170 millones del mercado local a través de su licitación semanal de letras y notas. En lo que va de abril la zaranda de pesos del mercado fue de 24.800 millones. El último trimestre el proceso de absorción acusó la friolera de $ 55.000 millones. Como dijimos este ritmo solo puede ser mantenido a fuerza de tasas altas y de mayores niveles de deuda en la hoja de balance de la entidad.

De la economía real mejor ni hablar. Las cifras oficiales muestran una contracción de la actividad industrial de 6% arrastrada por la caída de la actividad automotriz. Dicho sector retrocedió 25,1% respecto a igual mes del año pasado y acumuló en el primer trimestre una baja de 14,5%. La refinación de petróleo cayó un 20% en marzo y acumula un retroceso de casi 7% desde enero. La industria alimenticia se salvó un poco y acusó una contracción de 0,6%. Solo la actividad siderúrgica mostró signos positivos del orden del 0,4% en marzo y acumula casi un 10% de avance en el trimestre. Por otro lado el indicador sintético de la actividad de la construcción muestra un bajón de 6% interanual en marzo. Atención, vamos por seis meses consecutivos de caída del nivel de actividad directo a convalidar una recesión técnica. A estas alturas no cabe ninguna duda que los desequilibrios están exacerbados, la tasa de inflación es altísima (aunque algunos hablan de menor ritmo), y la restricción externa está al orden del día. Tanto si vamos por la ruta de la derecha como por la de la izquierda, la economía argentina termina siempre en la famosa restricción externa. Y seguimos sin aprender.

Sería difícil, en un ya virtual escenario de elecciones, imaginar al ministerio de economía producir ciertos golpes de timón en la estrategia económica de manera de prevenir un accidente mayor. En rigor no se sabe bien si están convencidos de que la estrategia actual nos depositará en un aterrizaje suave que permita ver signos de reactivación a partir del segundo semestre de 2015, o si no tienen la más pálida idea de cómo agregar tela a esta sábana.

Los decisores económicos se encuentran en plena discusión. Unos alabando al modelo keynesiano y las bondades de la política fiscal expansiva sin ninguna consideración por la política monetaria; y otros entendiendo que aún con las mejoras que la expansión del gasto pueda tener en ciertos contextos, todas las economías tienen restricciones que pueden ser importantes como en este momento. Está de más decir quiénes son los buenos de la película, pero la batalla está reñida. No se puede hacer política fiscal expansiva in-eternum. Hasta Keynes reconocía esto último.  Modelos con precios fijos (o cuidados), inversión y exportaciones completamente autónomas y consumo privado solo dependiente del ingreso corriente, son parte de cuestiones particulares dentro de la teoría general. Basta ver la retracción en el empleo para concluir que esta “cuestión particular” no tiene implícita una verdad absoluta. Ya los neo-keynesianos reconocen el “poder” de las expectativas en los agentes económicos. Es curioso como muchos seguidores de ciertas doctrinas económicas terminan siendo más abanderados que los propios autores, cuando en verdad deberían sopesar los pros y contras de los efectos y construir un sendero de mayor sentido común acorde a las necesidades y características de nuestra economía.

Si reconocemos que hacer política monetaria bajo dominancia fiscal solo genera mayor inflación en el actual contexto, podemos entender entonces que una primera solución se encuentra en reducir la tasa de crecimiento del gasto. Atención aquí, en argentina hay mucho gasto que no es subsidio económico. A buen entendedor pocas palabras. En la medida que podamos ahorrar como mínimo 4% del PBI con un recorte de subsidios económicos (no sociales) y demás gasto superfluo, que haría que las partidas puedan crecer entre 3 y 4% por debajo de la inflación, este cambio de estrategia podría ser sustentable y no recesivo dado que evitaría pérdida de salario real. Recordemos que un menor impuesto inflacionario impactaría positivamente en un sector medio/medio bajo que consume una mayor proporción de su ingreso. Y de paso cañazo, puesto que la transferencia hacia sectores más ricos sería menor como supuestamente quiere “la voz” oficial. Obviamente la clave está en calibrar este sistema, cosa que no parece gustar mucho por estos lares.

De nuevo, siempre es más interesante gastar sin tener en cuenta nuestra restricción presupuestaria. Podemos hacerlo por algún tiempo en base a una ingeniosa ingeniería de financiamiento, pero al fin y al cabo, si no logramos crecimiento genuino y un sistema estable, deberemos ajustar. Como crecer a tasas chinas suele ser complicado, deseable sería practicar ciertos ajustes conforme se recorre el ciclo expansivo de manera de evitar problemas futuros. Como esta modalidad no pertenece al manual de buenas prácticas del político argentino, al actual ajustazo le agregaremos un nuevo tarifazo esta vez de electricidad en el mes de setiembre. Por lo demás le deseo un buen finde largo y evite matar al mensajero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario