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3 de agosto de 2015

La Grieta

De bandazos. Los argentinos solo conocemos de bandazos. Las banquinas se han transformado en nuestra constante, y por ahí transitamos. Ciclos de aproximadamente diez-doce años que muestran al país cambiar de derecha a izquierda, si es que se puede hablar de derecha e izquierda, sin la menor preocupación por las consecuencias negativas sobre la sociedad. Desprovistos de toda identidad, sin capacidad de hacer prospectiva, pensando un futuro posible y construyéndolo hoy, nos encaminamos hacia una nueva elección presidencial.

Una grieta volvió a asomar fuerte en la última década, sopena de un gobierno que ante la crisis de gobernabilidad en los comienzos de ambas gestiones, 2008 y 2011, eligió propiciar la homogeneización y polarización social, antes que afrontar el desafío de conducir la diversidad. Sabido es que cuando tendemos a juntarnos con los que piensan igual, anulamos de a poco cualquier esfuerzo por conciliar posiciones dispares y obtener como resultado una síntesis, que no es otra cosa que el consenso. Sana práctica en honor a esa heterogeneidad que tanto bien hace a los pueblos y que hemos dejado completamente de lado. 

De manual, cuando los gobiernos de turno perciben el miedo y anticipan en pánico las consecuencias de una posible crisis institucional, tienen dos caminos posibles: enfrentar el miedo confiados en los propios valores o sobre-reaccionar imaginando un futuro que rara vez ocurre. Algo muy similar a la versión humana en tales circunstancias. Lamentablemente la segunda opción siempre corre con ventajas. Es mucho más fácil gobernar un país donde la mitad de sus ciudadanos tienden a pensar como uno, que una  compleja red neuronal de ciudadanos con sus enormes diferencias. De esta forma la sociedad evoluciona hacia los extremos y nada bueno puede salir de allí, solo la grieta.

El final de la década de los noventa echó por tierra con el sistema de partidos. El tan anhelado bipartidismo moderado y democrático, propio de una necesaria madurez y aplomo institucional, quedó nuevamente hecho trizas y pasó a estar en el último punto de la lista de los pendientes. En épocas electorales las viejas prácticas se reciclan rápido y aquí nos encontramos, discutiendo una salida coyuntural a semejante desequilibrio macroeconómico, postergando nuevamente la agenda de lo importante. Una especie de falso dilema entre shock o gradualismo nos tapa el bosque, mientras nos olvidamos que jamás hemos transitado nuestro propio camino del desarrollo. Ejemplos como Australia son enormemente valiosos. Algunos tigres asiáticos revelan que el crecimiento basado en exportaciones es posible, pero a costa de salarios reales bajos, un proceso de acumulación que es imposible replicar, puesto que no está en nuestro ADN. Como dice Pablo Gerchunoff; “es posible que Argentina se haya hecho rica demasiado pronto, y luego, ante las dificultades, no supo encontrar su destino”. Carecemos de un proceso de acumulación al que podamos agregar innovación con nuevas herramientas tecnológicas. Como dije, el propio camino del desarrollo sigue pendiente, y con un sistema educativo venido a menos, difícil será recorrerlo. Por ahora, sigue la grieta.



27 de abril de 2015

Una muestra de Argentinidad

La selección natural

El último cuarto de siglo ha evidenciado que las sociedades evolucionan hacia modelos más complejos de sí mismas. Las sociedades no se polarizan, por el contrario, devienen más heterogéneas. Por lo tanto, el desafío de la clase política que pretenda liderar y conducir una Nación o Región, es doblemente difícil. Pocos políticos intentan reflexionar sobre este tema sin entrar en una clara contradicción: Gobernar la Diversidad atenta contra la Gobernabilidad, puesto que es sensiblemente más complicado entender a diversos grupos sociales con diferencias importantes, que hacerlo sobre la base de solo dos grupos diferentes.

En Argentina esto último se ha puesto de manifiesto a partir del 2008 y sobre todo del 2011 con la instauración del cepo cambiario. El cepo no es más que la materialización económica de esta polarización manifiesta en nuestro país. El cepo vino a “tirar la raya”. Es la cara de una misma moneda cuya cruz no es otra cosa que la Grieta Institucional. Cuando la crisis institucional sobrevino fuerte a partir del enfrentamiento del gobierno con el campo en el año 2008, y se profundizó luego a partir del 2011 con otro sector importante en la vida económica argentina, el financiero, el gobierno eligió el camino de propender a la polarización social para poder lidiar con los nuevos desafíos de la gobernabilidad. Una raya, difícil de considerar imaginaria, separó entonces a los que “están con nosotros” de los que “no”. Así lo hizo hasta hoy. El triunfo ha sido palpable. Ganó la Homogeneización Social.

Si quién conduce propicia una fuerte división y, consecuentemente, los ciudadanos tienden a socializar con quienes piensan similar, la sociedad evoluciona hacia los extremos. Los extremos sociales se vuelven, entonces, extremos partidarios. Atención con esto. La Alternancia o el Bipartidismo moderno no suponen la coexistencia de dos partidos políticos antagónicos. Por el contrario significan, como en EE.UU, una discusión de matices, o como en Chile, una profunda discusión de matices. Pienso, sin temor a equivocarme, que este bipartidismo moderado solo puede ser consecuencia de la llegada al gobierno de una alternativa presidencial previa que conduzca bajo estos valores y prepare, desde esta convicción, el terreno para una reforma institucional moderna. La condición necesaria, y no suficiente, puede constituirse en el riesgo a asumir.

La Bomba

Tan acostumbrados estamos a esta polarización, que el criterio de demarcación entre lo que constituye o no CRISIS, aparece cada vez más difuso;

  • Precios que crecen a un ritmo de 30% anual y parecen acelerarse en marzo,
  • Tipo de cambio Real que se iguala a marzo del año 2002 y refleja una clara pérdida de competitividad de la economía, conforme continúa instaurada la única y vieja ancla inflacionaria, pisar el dólar,
  • Restricción cambiaria que, a falta de una verdadera posibilidad de endeudamiento externo sustentable, libera dólares productivos con cuenta gotas. La palabra sustentable hace alusión al hecho que, dado el alto nivel de riesgo argentino, el default y el descalabro legal que supone el tratamiento de la deuda soberana, la única posibilidad sea conseguir dólares financieros (bueno), a través de la emisión de deuda al 9% en dólares (malo). Recientemente el Gobierno Nacional colocó deuda bajo una emisión adicional de BONAR 2024, por un monto de USD 1.400 millones a una tasa de corte del 8,9% en dólares. Un costo financiero que duplica al de Paraguay. YPF hizo lo propio ampliando su nueva emisión de ON´s hasta USD 1.500 millones al 8,6%. Ambas operaciones ingresarán dólares al país a través del mercado único y libre de cambios engrosando el monto de reservas. Este monto aproximado de USD 3.000 millones, serviría para financiar solo seis meses de dólar ahorro, única estrategia del BCRA para achicar la brecha con el dólar paralelo y lograr una nueva y tercera pax cambiaria,
  • Dinámica fiscal deficitaria si tenemos en cuenta que el Gasto Primario creció 39% en febrero interanual,
  • Trece meses consecutivos de caída de la industria. Marzo 2015 volvió a dar una contracción de aproximadamente 3,3% interanual y,
  • Reservas Internacionales en un nivel de USD 32.675 millones, donde solo el vencimiento del BODEN 15, en octubre, insumiría una erogación de USD 6.200 millones.

Como si esto fuera poco, el Banco Central ha comenzado recientemente a intervenir en los tramos largos de las posiciones en futuros, de manera de reducir las expectativas de devaluación a doce meses, pero intentando, en forma encubierta, inducir la política cambiaria del gobierno entrante. Cualquier devaluación que se quisiera practicar a partir del 11 de diciembre de 2015, debería contemplar una pérdida proporcional para cubrir dichas posiciones.

Para cualquier país del mundo, la realidad mencionada estaría describiendo una crisis económica. No, para el ciudadano argentino cuyo límite vertical parece ser un estallido social como consecuencia de la estampida del dólar y una corrida bancaria generalizada.

Ricardo Hausmann, en su reciente paso por nuestro país, dejó algunas ideas importantes que valen la pena profundizar. “La pregunta no es que valor le añades a la soja, si no que le añades a la capacidad productiva Argentina en otras áreas”. Hasta cuando vamos a repetir como autómatas frases como “tenemos que agregarle valor a la soja”. Cuanto valor vamos a poder agregarle! En todo caso, sería muy importante invertir en I + D de manera de desarrollar ciertos probióticos que tal vez contribuyan a mejorar la nutrición de la alimentación a base de soja. En este caso, estaríamos contribuyendo a mejorar la productividad en otras áreas. Otro concepto importante de Hausmann es el que hace referencia al Índice de Complejidad (recordar la mención sobre las sociedades complejas)Es un índice que refleja una combinación de distintos “saber hacer” en cada región y que resultó tener una altísima correlación con el Ingreso Per Cápita. Argentina aparece sobre la línea. O sea, tiene un ingreso per cápita acorde a lo que sabe hacer. La buena noticia, continúa Hausmann, es que Argentina es un país que se encuentra en el grupo de naciones que pueden adquirir “letras del Scrabble” extendiendo su matriz a un “espacio de productos vecinos” a lo que ya hace. Algo así como expandirse hacia su “Próximo Adyacente”.
Nadie, en su sano juicio, puede pensar que Argentina se beneficiaría más sustituyendo importaciones que exportando.

Shock o Gradualismo

La discusión de moda entre economistas es si la Bomba mencionada se desactiva a partir del 2016 en forma gradual o, por el contrario, necesita de un shock en materia de política económica, que permita al país retomar un sendero equilibrado en sus variables macroeconómicas. Cierto es que conforme el escenario de desequilibrios se profundiza, los grados de libertad de los que dispondrá el nuevo equipo de gobierno, se reducen.

Si me preguntan, y luego de analizar bastante la realidad, me inclino por pensar que un cúmulo de políticas de corte graduales serían más convenientes, cuando no, el único camino viable.

Tiendo a pensar en la Inflación como el origen de todos los males, sabiendo, claro está, que la misma es producto del exceso de emisión dada la necesidad de financiar un nivel de gasto público creciente. Algunos dirían entonces “la base del problema es el enorme gasto público”, y tendrían razón. Un círculo vicioso en donde elijo partir desde la Inflación, dado que percibo este inicio como el más propicio para conservar el capital político y las expectativas necesarias para una gestión difícil. En mi opinión, prefiero reducir la inflación intentando paralelamente ajustar en forma gradual el tipo de cambio real, evitando demoler el nivel de reservas. La consecuente disminución del riesgo soberano podría hacer lo suyo, en términos de hacer converger la prima en dólares a las de la región, condición necesaria para colocar deuda a tasas no mayores al 5,5%, lo que jugaría a favor de una reducción gradual del cepo cambiario en el año corriente. Para ello el diseño de un Programa Monetario a comienzos de la gestión, consistente con la tasa de inflación que se desea conseguir, es clave. De esta manera el ancla inflacionaria pasaría a ser el Programa en sí mismo. Obviamente es absolutamente necesario elaborar un índice de precios confiable de manera que la inflación vaya convergiendo al objetivo definido. Conforme su cumplimiento, las expectativas comenzarán su proceso virtuoso. Bajo un sendero de reducción inflacionaria, se podría ajustar el tipo de cambio nominal por encima de la variación de precios, de forma tal de disminuir la apreciación real, en dosis no muy grandes para evitar una nueva inercia inflacionaria y preservando el empleo. El mediano plazo podría necesitar un nuevo ajuste real en donde ya el margen de maniobra sería superior, compatible con una tasa de inflación controlada.

No olvidemos que, lo mencionado, entra en el terreno de lo urgente, en el cual Argentina ha tenido relativo éxito conforme se inician nuevos ciclos políticos. Sin embargo, es en el terreno de lo importante donde se encuentra la clave de un futuro próspero y sustentable. Aquí, solo hemos conocido de fracasos. Reforma institucional del estado, mejora de eficiencia educacional, aumento de inversión en sectores claves (incluido I+D), agregado de valor y mejoras productivas en otras áreas, como innovación tecnológica, solo son algunas.




9 de febrero de 2015

El laberinto al 2016.

Al gobierno nacional se le complica día a día llegar sin más sobresaltos económicos a la foto de despedida. Incluso conteniendo las variables macroeconómicas: crecimiento, inflación, tipo de cambio, tasas de interés. Hoy el problema económico ha cedido terreno a una nueva crisis institucional, producto de la denuncia del fiscal Nisman y su posterior fallecimiento bajo causas dudosas.

Leer entre líneas lo que proponen los candidatos a la presidencia se hace absolutamente necesario. La decisión de solucionar lo urgente en materia económica, para luego dedicarse a lo importante, es vital, y no debería pasar de los primeros noventa (90) días del nuevo gobierno. Elegir las batallas, y NO comenzar la guerra desde cero, en el frente económico, es crucial.

El famoso cepo cambiario se constituyó en un tiro a tres bandas. A la dificultad inicial para realizar giros de dividendos hacia el exterior, se le agregó la restricción manifiesta de ahorrar en dólares en octubre del 2011, para posteriormente poner el pié sobre las importaciones. El manual no autorizado de la economía argentina indica que la resolución de este dilema debería empezar por el último de los males, de manera de ir liberando dólares para solucionar los dos restantes. Esta secuencia de política económica no debe ser improvisada, por el contrario, es necesario planearla con la debida anticipación, de manera que en los doce meses correspondientes al 2016, pueda ser implementada con éxito.

La tasa de inflación está siendo contenida a fuerza de la caída del nivel de actividad, consecuencia además del mencionado cepo a las importaciones. Sin embargo, ha generado una fuerte apreciación real del tipo de cambio. Esto es, Argentina ha ido perdiendo competitividad frente a sus socios comerciales. El tipo de cambio real en diciembre de 2014 alcanzó un nuevo mínimo desde diciembre de 2001. Como consecuencia, una devaluación nominal parece ser inevitable, y de la magnitud de la inflación diferencial frente a los socios comerciales. Por ejemplo, entre un 20 y 25% si tomamos como referencia a Brasil. Conforme el Gobierno actual evite realizarla, el atraso cambiario se profundizará dejando a la administración entrante con menos grados de libertad (margen de maniobra) en la ejecución de Política Económica. En promedio, la tasa de inflación anual a diciembre de 2014 de nuestros socios ha sido del 4,2%, y las depreciaciones de sus monedas fueron más aceleradas que el peso argentino. La pregunta que subyace aquí es si la próxima administración será capaz de lograr la tan ansiada unificación cambiaria y en cuanto tiempo.




Un párrafo especial merecen las Reservas Internacionales, cuyo nivel actual acusa USD 31.285 millones. Si se consideran los encajes en dólares de los bancos en el BCRA por aprox. USD 7.500 millones, créditos de corto plazo por USD 4.500 millones, deuda en default por aprox. USD 1.300 millones, swap por USD 2.300 millones e importaciones pisadas por USD 4.500 millones, el nivel de reservas netas no supera los USD 11.000 millones. Por esta razón el Presidente de la entidad ha tenido que profundizar aún más el cepo a las importaciones.

Ningún equipo económico de los actuales candidatos desea devaluar sin una política integral acorde. De hecho no tendría ningún sentido. Por el contrario, la mayoría habla de poner en funcionamiento un Plan Anti-inflacionario que implique una reducción gradual de la tasa de inflación, sumado a un programa monetario y fiscal que fije metas para el gasto del tesoro nacional. Solo así es posible “acomodar” el tipo de cambio sin una crisis posterior. El problema, reitero, es el margen de tiempo que tendrán para realizarlo. Claramente esto estará 100% supeditado al nivel de desequilibrio que el actual gobierno deje.

A la coyuntura nacional debemos agregar el contexto internacional. El dólar se sigue fortaleciendo a nivel global, poniendo un techo al precio de los commodities y encareciendo futuras emisiones de deuda a las que el gobierno entrante deberá seguramente apelar, aunque racionalmente, si desea conseguir dólares financieros relativamente rápido. Las probabilidades que la Reserva Federal de EE.UU suba las tasas de corto plazo a partir del 3° Cuatrimestre, siguen altas, lo que de producirse, profundizará el escenario mencionado. El jaque institucional actual tiñe de dudas el horizonte hacia diciembre de 2015.


26 de enero de 2015

Cuando la justicia falla…

Hace tan solo diez días atrás un hecho sensiblemente grave como fue la presentación de una denuncia, por parte del Fiscal que conducía la investigación de la causa A.M.I.A, y que involucra a la misma cúpula del gobierno nacional en un hecho de encubrimiento de los verdaderos autores de la voladura de dicha institución, sacudía fuertemente a la sociedad argentina.

En efecto el Fiscal Alberto Nisman hacía público un trabajo de investigación de 290 páginas cuyo contenido supone un terremoto institucional de proporciones épicas, siempre y cuando las acusaciones explicitadas puedan ser probadas fehacientemente. Me he tomado el trabajo de leer la denuncia mencionada, concluyendo, humildemente, que es un excelente documento, con claras deducciones, pero con dudas sobre la carga probatoria. Recordemos lo que el mismo fiscal manifestaba por esas horas: “...ahora es la justicia argentina la que debe tomar este documento, como base para profundizar en la investigación...”

Shockeados amanecíamos el lunes 19 de enero, intentando, en lo personal, negar sin éxito los primeros comentarios surgidos en Twitter. Alberto Nisman aparecía muerto en el baño de su departamento de Puerto Madero. Intacta se mantiene la capacidad de nuestro país de perforar el piso institucional. La dimensión en que la realidad supera a la ficción ya no puede medirse en intervalos discretos. Por el contrario, atónitos asistimos a esta realidad, en una suerte de Dantesca Divina Comedia, si no fuera por su tragedia, elaborando en nuestras mentes la más negativa de las preguntas; que peor cosa nos puede pasar? Lo siento, pero parece que este país siempre nos tiene reservado un nuevo final. Nuestra capacidad de asombro es testeada permanentemente.

Desde un nuevo canal institucional, inaugurado para la ocasión, “Facebook” nos relata la teoría del suicidio mientras Émile Durkheim se retuerce de risa en el purgatorio, luego de la enorme pirueta posterior. Pasamos de Suicidio a Suicidado en cuestión de horas. Acaso Quino, en su entrañable Mafalda, haya entendido como nadie esta suerte del devenir tragicómico de la sociedad argentina. Pero atención, hasta Mafalda, orgullosa portadora de la “argentinidad” de la clase media y media baja, se cansa.

Acaso es posible que el Fiscal Nisman pueda haber sido usado por los Servicios de Inteligencia del Estado, sin siquiera imaginar las nefastas consecuencias de un objetivo superior?

Así estamos, desorientados por pasar del grotesco victoriano (VHM) del suicidio producto de la incapacidad de soportar semejante culpa, a la intrincada trama producto de una interna de larga data de los “indomables” servicios de inteligencia, que reaccionaron tras su descabezamiento, aprovechando el dramático contexto geopolítico global del atentado contra Charlie Hebdo y las consecuencias del fundamentalismo islámico. Civilización o barbarie mientras el Ministerio Público Fiscal, no es ni Ministerio, ni Público y mucho menos Fiscal y el Jefe de Gabinete de Ministros ensaya una sorprendente explicación sobre la necesidad de divulgar información personal de viaje de un periodista, cuya salida del país obedece, en principio, a temores sobre el destino de su propia vida.

Más grotesco aún parece cualquier intento de introducir hechos económicos en este escenario, por lo cual seré inusualmente breve, de manera de no incentivar la práctica autoflagelante a la que aparentemente estamos acostumbrados. La caída del nivel de actividad es notorio y producto del cepo a los dólares productivos que sujeta a las importaciones. Típico ajuste recesivo donde la tasa de inflación anual se estima del orden del 30% para el 2015, 10% menor al 2014, solo como consecuencia del derrumbe continuo de la actividad. La “buena” noticia para los consumidores: el BCRA ha intervenido fuertemente en las últimas dos licitaciones de Letras y Notas de manera de esterilizar la fuerte expansión monetaria, sobre todo del mes de diciembre, mayor a $ 53.000 millones. La mala, para la hoja de balance del central: las Lebacs y Nobacs pasaron de $110.547 millones en diciembre de 2013 a $ 258.531 millones a diciembre de 2014. Un aumento de 138% anual, contribuyendo al deterioro patrimonial de la entidad. Tratando de dar señales al mercado, el BCRA redujo tasas en forma leve en la licitación de letras semanal. Efectivamente las licitaciones a 98 y 119 días de plazo fueron colocadas a tasas predeterminadas de 26,56% y 27,24% respectivamente, una reducción de 0,3% sobre la semana anterior, temeroso quizás que la sintonía fina vernácula encienda alertas amarillas de nuevas corridas al dólar.

De hecho, el famoso cepo cambiario, se constituyó en un tiro a tres bandas. A la dificultad inicial para realizar giros de dividendos hacia el exterior, se le agregó la restricción manifiesta de ahorrar en dólares en octubre del 2011, para posteriormente poner el pié sobre las importaciones. El manual no autorizado de la economía argentina indica que la resolución de este dilema debería empezar por el último de los males, de manera de ir liberando dólares para solucionar los dos restantes, lo cual difícilmente podrá llevarse a cabo sin la vuelta a los mercados internacionales y la emisión de deuda pública bajo un programa anti-inflacionario serio, que obviamente solo el nuevo gobierno tendrá la capacidad de llevar adelante. Aquí el primer escollo será la causa Holdouts y las posibles negociaciones, que no parece ser de agenda inmediata de esta administración.


Prima facie, el problema base para los equipos económicos del gobierno entrante, es resolver el dilema sobre los grados de libertad con los que cuentan para hacer política económica, conforme se profundiza el atraso cambiario y la pérdida de competitividad de la economía. Mientras el tipo de cambio real no hace otra cosa que caer y perforar niveles previos a la devaluación de enero de 2014, pergeñando una fuerte apreciación real gracias a la maldita inflación, nuestros socios regionales propenden a depreciar sus monedas en un intento por mejorar sus relaciones de intercambio y esterilizar ciertos shocks externos que sufren los países emergentes con este fortalecimiento del dólar a nivel global. Solo basta mirar el Indice de Dólar (USD Dollar Index - Future) para ver que se encuentra en máximos desde la crisis subprime del 2008. Tras cartón, la decisión del Banco Central Europeo de lanzar su propio Quantitative Easing (QE) ha llevado al Euro a mínimos de once años, donde ahora una moneda europea más competitiva amenaza con socavar la capacidad exportadora de la región. Si imaginamos que existen probabilidades ciertas de que la Reserva Federal de EE.UU. comience el proceso de endurecimiento monetario a partir del 3º Cuatrimestre del 2015, no es inteligente dejar de lado que una tormenta perfecta podría estar posándose sobre los mercados emergentes.

Pero no nos distraigamos con nimiedades. Las alertas rojas no solo son potestad de Interpol. Se han encendido en Argentina, luego de titilar naranja durante mucho tiempo, y amenazan, como en décadas pasadas, con derrumbar sus endebles cimientos institucionales. Cuando saldremos de las sombras…?