Que podemos
sacar del acuerdo con Repsol?. Es bueno o malo, le sirve o no al país?. De qué
forma?. Intentemos encarar estas respuestas por el lado práctico del asunto.
Esperá, vos querés decir que no es importante saber si el proceso de
expropiación estuvo bien o mal hecho tanto desde el punto de vista estratégico
como desde el financiero?. O que el proceso de
incorporación de Repsol al accionariado de YPF es desestimable?. O que
el ”mecanismo” de reparto de dividendos no fue decisivo en orden de echar por
tierra no solo la rentabilidad de la compañía sino la capacidad de inversión en
exploración?. Vos querés decir que no es importante la “arquitectura” legal y
financiera creada para incorporar a los socios argentinos al negocio
petrolero?. En verdad todas esas preguntas son sumamente interesantes, por
demás importantes y deberían ser aclaradas en tiempo y forma tanto por las
explicaciones correspondientes que nos deben como ciudadanos, como por los
hechos. Sin embargo son demasiados temas y de alta especialización para ser
abordados aquí, por eso propongo ser prácticos de manera de analizar su
potencial hacia adelante.
En primer lugar
intentemos en forma clara y concisa
exponer de qué se trata este Convenio
de Solución Amigable y Avenimiento de Expropiación. El Directorio de Repsol
en Madrid aceptó en el día de ayer (25/02/2014) el acuerdo con el gobierno
argentino para compensar la expropiación de las acciones de la compañía a
través de la ahora estatal YPF. Su firma definitiva se llevará a cabo el 27/02
en Buenos Aires. La compensación establece un mecanismo de resarcimiento de USD
5.000 Millones por la expropiación del 51% del paquete accionario que Repsol
tenía en YPF. De que forma el gobierno argentino pagará esa suma?. A través de
la emisión de títulos de deuda pública conforme el siguiente detalle: USD 3.250
millones en un nuevo bono denominado BONAR 24 con vencimiento a 10 años que
devenga una tasa de interés de 8,75%, USD 500 millones con BONAR X con
vencimiento en 2017 y tasa del 7% y USD 1.250 millones con el Discount 33 con
vencimiento en 2033 e interés del 8,28%.
Ahora bien,
Repsol ya anunció que su idea no es mantener estos títulos a finish (hasta el
vencimiento) sino poder negociarlos en
el mercado secundario en el término de dos años aproximadamente. Como no existe
un marco adecuado de referencia de la deuda argentina, Repsol exige un piso de
cotización de estos títulos de manera de conservar el “valor” de los mismos.
Esta garantía de valor vendrá de la mano de una emisión de bonos
complementarios con un techo de USD 1.000 millones de valor nominal que serán
emitidos en caso que la cartera original no alcance un valor de mercado de
4.670 milllones. Aunque no anunciado por el Ministerio de Economía, Repsol
habría confirmado a su propio Consejo de Administración a través de un párrafo
especial llamado “Garantías” que “como garantía adicional la República
Argentina reconoce que ante eventos de reestructuración de deuda pública o de
incumplimiento del pago de los títulos (default sobre los mismos) se gatillará
una cláusula de aceleración a favor de Repsol. Esto es, Repsol tiene derecho a
acelerar la deuda y reclamar en arbitraje de jurisdicción internacional el pago
de las cantidades pendientes. En rigor, típicas cláusulas que contienen este
tipo de acuerdos. La española además retendrá el 12% de las acciones de YPF,
por lo tanto uno de los interrogantes que se abre aquí y que lamentablemente no
podremos responder es si Repsol venderá en bloque esta participación generando
incertidumbre sobre quién podría ser el nuevo accionista, o si por el contrario
lo hará en el mercado de capitales. A propósito, luego de conocerse las nuevas
noticias las acciones de YPF que cotizan en New York (ADR) cerraron en baja a
USD 27,3 lo que nos da una capitalización de mercado de USD 10.728 Millones.
Sin embargo si analizamos el “valor” de YPF desde el punto de vista de la
rentabilidad potencial, reservas y producción, la compañía no podría valer
menos de USD 15.000 Milllones.
Esto último nos
deja a tiro de comenzar a responder la pregunta inicial de este artículo. Este
acuerdo beneficia o no al país?. Si la respuesta es positiva, de qué forma?.
Prima facie una primer respuesta es SI, es positivo. Desde luego siempre es
positivo que nuestro país intente arreglar y cerrar cualquier conflicto abierto
los últimos años, no solo porque lo contrario daña en forma permanente la
imagen y credibilidad del país frente al contexto global, sino además porque es
absolutamente necesario y fundamental comenzar a desandar el camino que
significa el primer beneficio en
materia macroeconómica: la posibilidad
cierta de volver a los mercados voluntarios de deuda internacionales de manera
de poder acceder a financiamiento internacional, sobre todo para recomponer
el stock de reservas (aprox. en USD 27.700 MILLONES) con el claro objetivo de
retomar fuertemente el control del mercado cambiario. Si dejáramos pasar esta
oportunidad de arreglo, seguramente Repsol demandaría a Argentina frente al
CIADI. No olvidemos que necesitamos mostrar voluntad de negociación frente a
los litigios en CIADI, “negociar” y
“arreglar” la deuda con el Club de París y sobre todo y ya más difícil, un
desenlace favorable en el juicio contra los fondos buitres en New York. Este
sería el marco básico ideal que nos permitiría volver a los mercados
internacionales. Recordemos, Argentina debe externamente solo el 20% de su PBI,
por lo que tenemos margen para tomar deuda, incluso es óptimo desde el punto de
vista financiero hacerlo. Piensen cuantos puntos de inflación nos hubiéramos
ahorrado si a comienzos del 2011 hubiéramos elegido este camino en cambio de
recurrir a la emisión monetaria sostenida para financiar el agujero fiscal.
Desde ya un
acuerdo de este tipo y el pago de los compromisos que de él derivan en tiempo y
forma, otorgará a YPF un marco más propicio para lo que es el segundo beneficio: atraer inversiones extranjeras para explotar el segundo yacimiento
mundial de combustible no convencional que es Vaca Muerta (segundo mayor
recurso de gas y cuarto de petróleo). Vaca Muerta es una formación de petróleo
y gas de esquisitos (shale oil y shale gas) situado en las provincias de
Neuquén, Río Negro y Mendoza. En 2011 se anunció que las reservas probadas del
yacimiento podrían estimarse en torno a 927 Millones de barriles equivalentes
de petróleo, de los cuáles 741 millones corresponden a petróleo y el resto a
gas. En febrero del 2012, el EIA (U.S Energy Information Administration) estimó
que las reservas de Vaca Muerta llegarían a la friolera de 22.500 Millones de BEP (barriles equivalentes de petróleo)
técnicamente recuperables. Esto significaría multiplicar por diez las actuales
reservas argentinas o hasta 50 dependiendo los mecanismos de exploración.
El tercer beneficio se deriva del hecho de
que despejado el camino legal, el
gobierno nacional estará en mejores condiciones de mantener el patrimonio de
YPF. En principio procurará sostener los ingresos y rentabilidad de la compañía
en términos de dólar, sobre todo luego de la devaluación del 23% y en segundo
lugar intentará compensar la pérdida de reservas de petróleo y gas de los
últimos años con la reciente adquisición de Apache. El deterioro de los activos
energéticos en la última década ha disminuido la valuación del patrimonio del país por montos que oscilan entre los USD 150.000 y 300.000 millones según se
estime la depredación de las reservas probadas por su valor bajo tierra o por
el costo de oportunidad de reponerlas vía importación, según un consenso de ex
secretarios de energía.
Desde luego el cuarto beneficio es por todos
conocidos: lograr “cierto”
autoabastecimiento energético que permita un mayor margen para manejar el
precio de los combustibles y sobre todo comenzar a recomponer nuestra bendita
matriz energética. La
recapitalización de la industria energética argentina en toda su cadena de
valor es un tema prioritario para reducir el impacto del déficit energético
sobre las cuentas externas (crecientes importaciones) y sobre las cuentas
públicas (crecientes subsidios). El Plan
de los 100 días de YPF estimó que según el nivel de producción necesario, el
nivel de inversiones para el quinquenio (2013/2017) asciende a USD 37.200
millones (es decir 7440 millones por año). El Plan asume que la explotación de
los proyectos denominados “shale” aportarán USD 4500 millones (12 % del
total), el financiamiento con deuda por su parte cubrirá USD 6700 millones (el
18%), y el resto, o sea nada menos que USD 26.000 millones, serán aportados por
la propia generación interna de fondos por parte de YPF (70% del
total). Difícil tarea, sobre todo esto último.
Entonces, es
lógico y económicamente óptimo emitir deuda por USD 5.000 millones a diez años
promedio y cerrar un acuerdo con Repsol que permita allanar el camino para
comenzar a obtener los beneficios enumerados?. Indudablemente sí. Es posible
que aún con este arreglo continuemos haciendo las cosas realmente mal en
materia energética?. La experiencia nos dice que la respuesta también es afirmativa.
Podremos alguna vez hacerlo bien?. Ojalá.
En conclusión;
despejado el conflicto con Repsol, comenzado un primer intento de arreglo con
el Club de París, mejores migas con un “intermediario” clave como el Fondo
Monetario Internacional luego de un sinceramiento de los números de inflación a
través del nuevo IPCNu, queda lo más difícil, un desenlace favorable del juicio
contra los fondos buitres. Expertos locales e internacionales no otorgan muchas
chances para esto último. En fin, a partir de hoy comienzan a correr los 70
días donde sabremos si esta estrategia podría tener final feliz o no.