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22 de mayo de 2014

Los colchones están de moda, pero no en Argentina. Reloaded

DINÁMICA MACROECONÓMICA


Parece que los colchones están de moda, por lo menos en el ámbito del fútbol. El Atlético Madrid (colchonero) barrió al Barcelona de Martino y Messi a fuerza de garra, orden y disciplina consagrándose campeón de la liga española. Lamentablemente le faltó combustible sobre el final y se le escapó la champions.

En Argentina otro tipo de colchón, el cambiario, sirvió de base para buenos momentos de la economía allá por el año 2006. Hoy ese colchón cambiario no está, se fue, se esfumó, desapareció, se entiende? Esto permitió, entre otras cosas, bancar un tiempo sin mover el tipo de cambio nominal. Cualquier especie de corrida, como ocurrió en el año 2010, era posible apagarse en dos días con el poder de fuego del BCRA que por entonces estaba cercano a los USD 50.000 millones. Como se logró ese colchón? Con tipo de cambio alto, o sea una moneda depreciada que estimulaba al sector exportador, pero que ponía un peaje vía derechos de exportación. Si Uds recuerdan, por el año 2006, nadie hablaba de retenciones, solo los ámbitos técnicos. Néstor era vivo, “pará un cacho decía entre bambalinas, que de esta forma ganamos todos” y tenía razón. Esto generó superávit comercial. Atención, para que el círculo cerrara también garantizó superávit fiscal a través de su libretita diaria. Para ese año el superávit fiscal primario (sin incluir intereses de la deuda) llegó a 3% del PBI.

Este fue el modelo por casi 5 años, diría del 2004 al 2009. De aquí y hasta mediados del 2010 íbamos y veníamos, pero a partir del 2011 la cosa empezó a cambiar. En parte por los resabios de la crisis internacional, pero sobre todo por mala estrategia económica. El proceso inflacionario comenzó a erosionar la competitividad y el dólar comenzó a atrasarse incentivando el aumento de las importaciones que comenzaron a estrangular el balance comercial. Allí llegó comercio interior para sofocar el fuego con nafta. Restricciones y cepo. Como la inversión, que a propósito ahora sabemos que no fue del 22% del PBI sino del 17%, no era suficiente para garantizar un crecimiento sostenido, se apeló a sostener la demanda agregada a través del consumo. Para esto era necesario mantener un gasto público alto, solo posible vía aumento de la presión tributaria, retenciones hasta en trigo y una tasa de emisión monetaria creciente para financiar un déficit fiscal que mostraba signos de aceleración. Los recursos no eran, y no son, suficientes. Este esquema de dominancia fiscal retroalimentó el proceso inflacionario. La tasa de emisión monetaria de los años 2011, 2012 y primeros meses del 2013 era del 30% anual promedio. Sin financiamiento externo y con restricción de divisas, el nivel de reservas llegó al mínimo de USD 25.000 millones. Solo para tomar dimensión, el colchón cambiario (nivel de reservas internacionales) en la actualidad de Brasil es de USD 350.000 millones, de Perú USD 65.700 milllones, de Colombia USD 43.500 millones, de Chile USD 41.000 millones.

El 2014 nos recibió con una economía mostrando todas sus restricciones y la presión sobre el dólar genero una mini-corrida cambiaria que terminó con una devaluación del 23% en la semana del 20 de enero pasado. Menos mal que apareció un Presidente del BCRA que impuso cierta lógica y frenó la corrida básicamente con tres medidas: suba de tasas, restricción de tenencia de activos en moneda extranjera a las entidades financieras y fuerte absorción monetaria. Lo malo? Frenazo de la actividad económica. Es obvio, el modelo ajusta vía caída del salario real.

Ahora bien, a partir del segundo semestre del año 2010 había que empezar a llevar el auto al service:

-Pudimos haber puesto buena parte de la carne en el asador para volver a los mercados voluntarios de deuda internacionales, pero no se quiso. El discurso del desendeudamiento era muy fuerte. Entendamos una cosa. Tener fuentes potenciales de financiamiento externo no es para endeudarse a lo bruto, como en los viejos tiempos, sino para momentos como este donde la restricción externa no genera divisas. O acaso no es bueno que una empresa tenga una calificación crediticia en un banco por si necesita disponer de un crédito? Qué tal si esta empresa no tiene problemas de solvencia pero si de liquidez momentánea?
-Pudimos haber utilizado además a los mercados financieros internacionales para recomponer el stock de reservas.
-Pudimos haber inducido cierto orden en las cuentas fiscales, sobre todo con los subsidios económicos que hoy son del orden de los $ 140.000 millones anuales. Conforme el nivel de reservas bajaba, era necesario tener una mayor coordinación fiscal y monetaria. Si se expande mucho el dinero en poder del público y hay baja absorción monetaria y bajo crecimiento, ese dinero solo tiene un lugar hacia dónde ir, a precios. En ese momento había tiempo para una reducción paulatina y un proceso de diferenciación de subsidios de manera de mantenerlos para las familias que ciertamente los necesitaban y reducirlos o quitarlos para aquellas que podían pagar cien y hasta mil veces ese nivel de servicios. Departamentos en zonas residenciales de la capital federal con facturas de $150 por bimestre. Imaginen, equipos de aire acondicionado hasta en el patio.
-Pudimos haber establecido ciertas metas fiscales e inflacionarias que evitaran cuellos de botellas posteriores.
-Pudimos haber recreado mejores condiciones para la inversión extranjera directa a través de una política económica más consistente.
-Pudimos haber comenzado un proceso incipiente pero serio de recomposición de la matriz energética.
-En fin, pudimos haber hecho muchas cosas, pero en Argentina la agenda política no se lleva bien con la economía.

REALIDAD ACTUAL

Como dije, con la llegada del nuevo Presidente del BCRA tenemos unos meses de relativa paz cambiaria, aunque estos últimos días el dólar oficial comenzó a levantar nuevamente. Los rumores sobre discrepancias entre el Ministerio de Economía y el Banco Central son muchos por estos días, al punto de obligar a este último a publicar una desmentida. Cierto es que la falta de coordinación existe y es manifiesta. Como escribiera hace un tiempo, era cantado que por estos meses se venía el proceso de sintonía fina, frase políticamente correcta para evitar decir prueba y error. Las restricciones que mencionaba permanecen intactas, nada se ha hecho en este sentido para liberarlas al menos un poco. Conforme el proceso inflacionario y la falta de dólares continúa, la ausencia de financiamiento externo solo nos lleva a una nueva/vieja situación: expectativas de devaluación.

Así las cosas, el mecanismo de prueba y error comenzó nomás impulsado por una reducción de la tasa de interés. Batalla ganada por Kicillof a Fábrega. Este último sabía que aún no era tiempo. Que recrear nuevas expectativas de devaluación en plena liquidación del agro era un error. Pero batallas son batallas. Qué pasó? Se disparó el paralelo. De manual. Pura sábana corta. Seamos honestos, el paralelo también se disparó por los vivos "corre rumores" de siempre, que aprovechan para embolsar alguna diferencia. De momento el Presidente del BCRA declaró el día 27/05 en el Consejo Interamericano del Comercio y la Producción que espera que las reservas internacionales se mantengan en USD 28.000 millones para finales del 2014 y que solo propiciaría una mayor reducción de tasas de interés si el nivel de precios mensual se redujera en forma permanente por debajo del 2%. Una especie de Forward Guidance Argy.

Es absolutamente necesario entender una cosa, es claro que se necesita reactivar el nivel de actividad, pero hasta que no puedas domar un poco al dólar, es imposible en argentina producir mejoras reales. Es así, nuestra economía es un experimento a escala planetaria. Parece que las autoridades habrían tomado nota del error y estarían intentando “coordinar”. El BCRA está intentando poner calma vía el mercado de futuros, por lo menos es lo que viene mostrando a partir del 22/05. Pero esta es otra historia. Por lo pronto parece que se arregló con el Club de París (USD 9.700 milllones en cinco años) y Rusia nos habría invitado a participar del grupo de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), al que se sumó Sudáfrica hace un tiempo. Algo así como BRICSA. Son buenas noticias, la primera se las anticipé hace un tiempo. No pienso cambiar de opinión, dije que son buenas noticias y lo sostengo. Igual nótese una cosa. Al 30/09/2013 la deuda con el Club de París acusaba USD 4.900 millones de capital más unos USD 1.000 millones de intereses atrasados pero sin punitorios. No quisimos. A la fecha tiramos la raya en USD 9.700 millones que parece ahora sí se deberían a punitorios de una década, aunque no está muy claro. En todo caso, que picardía USD 3.800 millones adicionales por 7 meses. El costo de decir y desdecirse.

LA MICRO Y LA PROTECCIÓN DEL BOLSILLO

La pregunta que más me realizan es casi obvia: Qué va a pasar con la economía en unos meses y específicamente con el dólar. Más allá de dar mi opinión, que por supuesto no implica ninguna verdad absoluta ni mucho menos, siempre sugiero tomar la siguiente actitud. Es bastante común que la gente en general analice cuál será la política del gobierno nacional pero desde su propia perspectiva. Eso es un error. Si Ud quiere analizar lo mejor posible el devenir de los acontecimientos, deje de lado lo que Ud desearía o le gustaría, e intente pensar como político. Acá de lo que se trata es de entender lo mejor posible la realidad para tomar decisiones. Ejemplo, entramos en un contexto electoral. Conoce Ud algún gobierno que desee achicar el gasto en estos momentos? Por lo tanto lo más probable es que la expansión del gasto continúe, tal vez con una mayor coordinación en la política monetaria. Como consecuencia la inflación seguirá alta, digamos aproximadamente 35% anual. Conoce Ud algún gobierno que desee meter un salto devaluatorio en este contexto? Aunque esto es algo más complicado, lo más probable es que intente ajustar el tipo de cambio (dólar) al compás de la inflación. Si ese fuera el caso, y suponiendo que en el primer cuatrimestre tuvimos un 14% de inflación, una posibilidad sería que a la micro devaluación iniciada hace una semana, le reste aprox. un 20% hasta fin de año. O sea, un dólar alrededor de $9,60 para diciembre. En lo personal prefiero un plan anti-inflacionario a devaluaciones. Pero recuerde, no se trata de lo que uno prefiera, sino de lo que podría hacer el gobierno nacional.

Dado el nivel de incertidumbre general, bueno sería tomar ciertos recaudos para protegernos de los vaivenes económicos. Como principio fundamental digo: No es cierto que no hay nada que podamos hacer para proteger nuestros bolsillos frente a escenarios económicos inflacionarios y de incertidumbre como el actual. Muchas veces no se trata de encontrar instrumentos de inversión como bonos en dólares por ejemplo, sino de definir una estrategia basada en decisiones. Desde ya que para quienes estén familiarizados con inversiones financieras, aunque no abunden, hoy existen varios instrumentos (o una cartera de ellos) que no solo protegen sino que generan una renta aceptable con riesgo acotado.

A veces, sin embargo, lo mejor es combinar estas herramientas con buenas decisiones. Ejemplo, mucho escuchamos por la calle frases como “…no me quiero quedar en pesos porque pierdo todos los días”, y por lo tanto salimos a gastar a tontas y a locas. Ahora bien, ese proceso puede planificarse de manera que sea sustentado por cierta lógica económico – financiera. Recuerde que Argentina es muy cambiante, y lo que no convenía ayer puede convenir hoy. Mire las tasas de interés de plazos fijos si no me cree. De 18%, se fueron a 25% y ahora vuelta a 21%.  Lo mismo si piensa endeudarse, aunque ahora la oferta ya no es tan amplia y los requisitos son mayores. Piense y analice antes de hacerlo. Si Ud es asalariado, se quiere endeudar a más de un año y tiene cierta seguridad que obtendrá una recomposición salarial mayor o igual a la inflación puede que le convenga, pero tal vez el dinero que necesite para atender mensualmente esa deuda comprima su presupuesto en un futuro, dado que Ud viene aumentando su nivel de gasto. Lo mismo para una empresa. Los créditos y descuento de valores al 17,5% eran/son una buena alternativa, pero será mejor si Ud conoce con la mayor exactitud posible el costo de capital de su empresa y la rentabilidad promedio. En estos tiempos tiene que entender bien las diferencias entre solvencia y liquidez. Aunque a veces es engorroso, tómese el trabajo de tener lista una carpeta crediticia para presentar en Sociedades de Garantía Recíproca (SGR). Lo puede sacar de un apuro más de una vez y bajar el costo financiero. 

En fin, como digo siempre, en la planificación y la disciplina financiera está la clave para convivir con el dinero en estos tiempos complicados. No subestime la planificación de las pequeñas cosas, en muchos casos es el combustible para llegar a fin de mes. Tenga lo más claro posible el escenario económico y ajústelo a su actividad. No use a la incertidumbre como excusa para no hacer los deberes. Lo único que no puede evitar hoy es hacer los deberes. A veces solo con eso es suficiente. Una última cosa, sea flexible, o por lo menos haga el intento.

14 de mayo de 2014

Una teoría de la inflación fuera de tiempo

Siempre que asume un nuevo equipo económico me gusta conocer cuál es su concepción de la economía en líneas generales, para luego ir profundizando de manera de tener una mejor perspectiva sobre posibles medidas futuras y el direccionamiento que tendrá la estrategia económica. Lamentablemente en estos tiempos se ha perdido el “hábito” de anunciar el programa de gobierno de manera de ir formando ciertas expectativas en los agentes económicos. En coyunturas difíciles como la actual, la economía solo parece depender del día a día.

Aunque recién en este momento escribo sobre este tema, bastante información he recolectado desde la asunción del actual equipo económico en el mes de noviembre de 2013 a la fecha. Debido a obvias restricciones de espacio quiero en esta oportunidad referirme al tema clave de la economía argentina, la inflación. Algo conocía del pensamiento económico del actual Ministro de Economía y Finanzas Públicas al coincidir en algún momento nuestro paso por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.

Decía que como profesional me resulta absolutamente necesario intentar comprender cuál era/es la lógica económica detrás del actual proceso inflacionario que tiene el ministro y su equipo. Lo más cercano que encontré a su pensar actual es este documento del Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (CENDA) elaborado en el año 2006. Su título es “Las causas de la inflación en la actual etapa económica argentina: un nuevo traspié de la ortodoxia”Acá les dejo el link para quién quiera profundizar. Nótese que el título involucra el término “actual etapa”, aunque no está para nada claro dónde termina una etapa y comienza otra. Uno podría suponer que la actual administración es una continuación de aquella y por lo tanto ser catalogada como una etapa completa, al fin y al cabo tiene el mismo apellido. Pero también podrían ser etapas diferentes puesto que las estrategias económicas están bien diferenciadas. En fin, Ud elige.

Por qué creo relevante señalar este detalle? Porque aunque han pasado ocho años de la elaboración del documento de trabajo mencionado, este expresa ideas y conceptos que son contemporáneos en el lenguaje del ministro. Es por ello que se hace absolutamente necesario transcribir cuanto menos las conclusiones que del documento se derivan para luego realizar un breve análisis, haciendo la salvedad que lo recomendable es leer detenidamente todo el trabajo de manera de no caer en ninguna posibilidad de descontextualización. Aquí vamos entonces:

Conclusiones

La intervención cambiaria actual obliga a la intervención en los precios. En el caso de los transables, es justamente la existencia de una brecha que separa el límite inferior y superior de los precios de los bienes la que obliga a la autoridad a implementar controles. En ausencia de intervención, los precios de los productos transables tenderían a continuar su alza hasta su límite superior (su precio “de equilibrio” en términos internacionales). Con la actual configuración de costos esto implica consolidar las ganancias extraordinarias. La intervención pública no es, como argumenta la ortodoxia, una injerencia artificial e ineficiente sino que es una regulación que resulta necesaria como complemento de la otra que es, para el gobierno, el pilar del actual esquema: el sostenimiento de una moneda depreciada.

La política cambiaria actual, comprometida con mantener un tipo de cambio elevado –es decir, por fuera del nivel de equilibrio al que tendería en ausencia del arbitraje del Banco Central-, requiere de manera necesaria de instrumentos adicionales que impidan que el valor “caro” del dólar se traslade íntegramente a los precios de los bienes transables en el mercado local, arrojando una ganancia extraordinaria, reduciendo aún más los salarios y erosionando la “competitividad” alcanzada con la devaluación. Es por eso que la política de tipo de cambio alto debe combinarse necesariamente con retenciones a las exportaciones (para todos los productos, incluyendo los bienes industriales) y acuerdos de precios en las ramas más concentradas (especialmente para los bienes no transables). Estos instrumentos reducen el límite superior de los precios de los productos transables y acotan las ganancias extraordinarias del sector no transable. De otro modo, los beneficios del esquema no sólo quedan en manos de los exportadores sino también de la industria que produce para el mercado interno, a medida que la demanda avanza en su recomposición. Los principales perjudicados son los trabajadores que ven caer el poder adquisitivo de sus salarios.

Como vemos, el actual incremento de los precios responde a esta situación “estructural”. El gobierno sostiene un tipo de cambio alto con el objetivo explícito de fomentar la producción doméstica, aumentar el empleo y elevar los niveles de vida de la población. Pero a medida que se despierta la demanda, los precios internos de los productos, tanto transables como no transables, encuentran espacio para elevarse. En las industrias oligopólicas, con los salarios relativamente estables, el aumento de los precios se traduce en una rentabilidad extraordinaria. El problema del alza de precios puede entonces reformularse si se estudia quiénes son los que se apropian de los beneficios del nuevo esquema cambiario.

Limitar los aumentos de precios para elevar los salarios reales. El incipiente problema de la inflación no hace más que poner de manifiesto la insuficiencia de un programa económico que tenga como único eje de su intervención a la política cambiaria. Por ello, el gobierno, acertadamente, complementa este esquema con retenciones a las exportaciones y controles de precios. De otro modo, la limitación a los aumentos salariales junto con la libertad para los aumentos de precios comprimirían más el poder adquisitivo del salario.

Más aún, a medida que la demanda se despierta y las producciones locales encuentran mercado en el exterior, los precios tenderían a ascender hasta el límite superior, artificialmente elevado por la política cambiaria. Esto hace necesario entonces profundizar la intervención sobre los precios. La medida más efectiva –dentro del esquema- es la generalización de las retenciones al conjunto de las exportaciones (no sólo las de origen primario) y el aumento de la alícuota aplicada. Para los bienes transables, las retenciones son una opción más efectiva y menos vulnerable que los acuerdos “voluntarios” de precios. En cambio, el control de precios es la única posibilidad para frenar el alza en el sector no transable.

Las retenciones aplicadas a los productos transables cumplen, en este marco, un doble objetivo: que el Estado se apropie de una porción del elevado precio de los productos en el mercado mundial y que esos precios no impacten desfavorablemente sobre el poder adquisitivo del salario. De lo que se trata ahora es de impedir que las ganancias continúen con su tendencia alcista por obra y gracia de los aumentos de precios, para lo cual es necesario recurrir a una intervención pública que complemente a la política cambiaria. De otro modo, como amenazan las voces de la ortodoxia, la “inflación reprimida” haría su aparición, pero no debido a la inflación monetaria, salarial, de demanda o cambiaria sino, lisa y llanamente, como expresión de una “inflación de ganancias extraordinarias”.

Hasta aquí las conclusiones. Una aclaración. Creí oportuno referirme a este documento en particular dado que en el día de ayer se pudo ver un debate en televisión entre una fiel representante de este pensamiento, la economista Fernanda Vallejos y el economista privado Tomás Bulat. No cabe ninguna duda que los argumentos vertidos por Fernanda Vallejos en cuanto a inflación son similares, por no decir idénticos, a los manifestados por el actual ministro en este documento del año 2006. Tampoco caben dudas que Kicillof sostiene dicho argumento en la actualidad. Los que se toman el trabajo de escucharlo en la diaria podrán confirmar lo que digo, aunque nunca falta algún negador de archivos. Claramente el afán de ganancias empresarias extraordinarias era la causa del proceso inflacionario entonces, pero también parece serlo en la actualidad según los dichos del ministro en reiteradas oportunidades.

Ahora bien, el documento es claro en expresar el contexto económico del año 2006. En particular manifiesta la necesidad de mantener retenciones (derechos de exportación) al sector productor de bienes transables de manera de impedir la apropiación de rentas extraordinarias fruto del mantenimiento de un tipo de cambio artificialmente alto. También manifiesta la necesidad de imponer controles de precios en el sector de no transables, de manera de impedir un alza de precios desmedida.

Si se toman el trabajo de leer conscientemente los argumentos, verán que la base de esta teoría de la inflación se fundamenta en la decisión política del entonces Presidente Néstor Kirchner de sostener un tipo de cambio alto competitivo; a lo que agrego: “con fuerte sesgo exportador y con dos pilares claves que eran la existencia de superávits gemelos (superávit fiscal y comercial). Ciertamente, y más allá de las críticas, este era un modelo consistente. De hecho es aconsejable desde una visión de equilibrio general la imposición de derechos de exportación de manera de impedir la fuerte transferencia de ingresos desde el sector del mercado interno hacia el sector exportador. Una cuestión distinta es ver cómo se implementan y distribuyen esos derechos. Por ejemplo, parte de esos derechos podrían destinarse a financiar, y hasta subsidiar, ciertas actividades en las economías regionales que se verían perjudicadas.

Claramente la teoría de la inflación que el actual ministro presentaba en el año 2006, se basaba en la existencia de un tipo de cambio alto (moneda depreciada), para lo cual proponía derechos de exportación y control de precios de manera de contrarrestarla. Curiosamente son las mismas medidas impuestas hoy, solo que en cambio de haber precios “controlados” hay precios “cuidados”. El problema es que en el actual contexto económico ya no existe un tipo de cambio alto. El gobierno desde mediados del año 2011 ha dejado que el tipo de cambio nominal se vaya atrasando. De igual forma ya no existe superávit fiscal, todo lo contrario. Bien medido el déficit fiscal hoy representa más de 4% del PBI. Además el superávit comercial ha caído fuertemente desde el año 2011 y solo ha mostrado un diferencial positivo producto de la restricción de las importaciones. En el mes de abril de 2014 la cuenta comercial ya muestra déficit.

Por lo tanto esta teoría sobre el surgimiento de la inflación parece más un caso particular de aquel contexto, que una explicación general factible de ser tenida en cuenta hoy. Un fallo en el diagnóstico produce casi con seguridad un fallo en las medias adoptadas. El contexto económico ciertamente cambió, pero las medidas son las mismas, ergo el resultado no es bueno. Claramente esta contradicción explica el actual desbarajuste cambiario (hoy en relativa Pax), así como el desprecio por el control fiscal y la actual compulsa con el BCRA debido a las medidas de corte ortodoxo.

Creo firmemente que un economista profesional y serio, devenido además en decisor económico, aún teniendo una idea central sobre la estrategia económica, debe tener la capacidad de sopesar todos los elementos y las teorías existentes de manera de poder calibrar el sistema económico lo mejor posible. Es posible que en el año 2006 la causa de la inflación incipiente no fuera el exceso de emisión para sostener un nivel creciente de gasto por sobre los recursos, pero a partir del año 2011 ciertamente lo fue, y lo es en la actualidad a pesar de la fuerte absorción monetaria. Antes la teoría cuantitativa podía obviarse, ahora no. El fundamentalismo económico no es bueno. Ya Milton Friedman reconocía una imposibilidad manifiesta en el abuso del monetarismo, así como Keynes ponía un techo a la efectividad de la política fiscal expansiva. Es probable, que luego de tantos años de estudio, nos hayamos olvidado de estudiar el sentido común.

6 de mayo de 2014

La inflación y el No Dilema

En el mes de febrero pasado escribía esto. Hoy 6 de mayo nuestra economía está en líneas generales tal cual lo anticipara entonces, con una salvedad: en ese momento decía que “hacia julio íbamos a estar intentando crear estímulos de crecimiento pero con la soga al cuello de la restricción cambiaria”, pues bien nos adelantamos casi dos meses. La caída del nivel de actividad es tal que no llegamos hasta julio. Recordemos que el sector industrial cayó 6% en marzo sobre todo arrastrado por el sector automotriz. También decía que “la suba de la tasa de interés necesaria para frenar la corrida cambiaria traería como efecto no deseado un frenazo de la actividad”, a esto debemos agregar el efecto crowding out. Esto es, la economía está expulsando al sector privado del acceso al crédito.

Claramente ninguna de las medidas adoptadas tuvo como objetivo reducir la tasa de inflación, por ende continuamos con un nivel de precios del orden de 35 – 40% anual. Una locura. Es cierto que la fuerte espiralización puede haberse frenado hacia marzo – abril, pero esto está motivado más por un ajuste recesivo de la economía que por una decisión política de coordinar un plan anti-inflacionario. La tan mencionada frase “sabana corta” es la forma más resumida de explicar lo que sucede hoy con la economía argentina. La suba de la tasa de interés conjuntamente con la fuerte absorción monetaria eran necesarias en orden de volver a anclar las expectativas de devaluación y generar cierta recomposición de reservas internacionales, pero al no haber un plan coordinado, estaba más que cantado que el parate se venía.

El BCRA, en su compulsa con el ministerio de economía, hoy parece estar cediendo cierto terreno convalidando una reducción de 100 puntos básicos en su colocación semanal de letras y notas. Para Lebac con vencimiento a 91 días la tasa es de 26,8%. Claramente comienza de nuevo la etapa de fine tuning (sintonía fina) en una economía no proclive a este tipo de calibraciones. En efecto, el mercado nuevamente descuenta devaluaciones futuras necesarias para contrarrestar la pérdida de competitividad producto de la inflación. Desde la devaluación del 23% practicada a fines de enero la tasa de inflación fue del 14%. No hay que ser economista para darse cuenta que perdimos 55% de devaluación real. La pregunta es si devaluaremos en forma gradual o de un saque.

En un sistema económico con total discrecionalidad como el nuestro, donde no existen metas fiscales ni inflacionarias, hacer sintonía fina es calibrar el modelo a ojo; prueba y error que le dicen. Subimos fuerte la tasa y conseguimos poner a dormir al dólar por un tiempo, la bajamos mucho y es probable que lo despertemos y volvamos a recrear un contexto de expectativas de devaluación que actuaría en contra de la fuerte liquidación proveniente del agro de estos meses. En este sistema, sin embargo, subyace una paradoja. Una suerte de pecado original que parece no tener solución. Tanto si propiciamos un aumento del gasto con fuerte impacto en la demanda agregada a través del consumo, como si desaceleramos la actividad por las razones mencionadas, persiste una variable que parece no alterarse, la inflación. La presencia de una inflación persistente impide incluso que un DILEMA se presente. Por definición un dilema trae aparejado una suerte de necesidad de optar por dos opciones DISTINTAS con resultados a priori diferentes. Sin embargo en Argentina tenemos inflación tanto si crecemos como si nos estancamos. Elijamos el camino que elijamos el resultado parece inexorablemente el mismo; inflados. Explicar este fenómeno fuera de argentina es una tarea poco menos que titánica. Conforme los mecanismos virtuosos a través de la inversión no entren en juego seguiremos en este modus operandi.

Está más que claro que en la medida que no intentemos anclar expectativas inflacionarias con un plan serio y coordinado, la sábana corta persistirá y seguiremos corriendo la carrera nominal de la rata entre dólar e inflación. Habrá que comprar unas buenas running entonces puesto que es bastante probable que para agregar tela a esta sábana haya que esperar hasta el 2016.