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23 de enero de 2014

Los países no se suicidan pero los gobiernos si…..


No dejo de preguntarme por qué la Argentina tiene esos tremendos ciclos económicos que nos llevan inevitablemente a profundas crisis recurrentes cada aproximadamente 10 años. Claramente la orientación política de la economía no tiene nada que ver, puesto que hemos ido de derecha a izquierda siempre con el mismo resultado, crisis.


Esta claro que como economista no resisto la tentación de empezar a meterme de lleno en la dinámica económica para explicar el porqué de la situación actual. Por supuesto la explicación es bastante clara y solo me debería limitar a relatar y analizar los hechos económicos que para simplificar comienzan a partir del 2001 en adelante así como los errores, a mi entender, en término de las medidas adoptadas. En este ciclo que elijo ad-hoc existen momentos "buenos" económicamente hablando y "malos", pero invariablemente siempre volvemos al principio (o peor aún), como en el juego de la oca. Una digresión, no siempre el gobierno nacional actual ha hecho malos diagnósticos de la realidad económica, pero ciertamente “casi” siempre ha tomado las medidas equivocadas y además ha ejecutado incorrectamente.
Sin embargo, estoico, resisto la presión del economista interno. Por qué? Porque creo firmemente que debemos retroceder un estadío para entender porque caemos en crisis recurrentes, y esto significa lisa y llanamente volver a las bases.

Probablemente al lector no le agrade lo que leerá en breve, pero cierto es que la teoría del repollo es una explicación bastante plausible a la luz de los hechos económicos que marcaron nuestra historia. Aquí vamos, otorgo alta probabilidad al hecho que si a cualquiera de nosotros (suponiendo que tengamos la capacidad  y formación necesaria) nos tocara gobernar, seguramente tendríamos similares comportamientos y como consecuencia terminaríamos por cometer los mismos errores. Utilizo la palabra “errores” en forma genérica de manera de evitar enumerar todos los desaciertos cometidos. Ponga dentro de la palabra “errores” todo lo que se le ocurra, conductas deshonestas si las hubiera y obtendrá una cabal expresión de lo que intento significar. Ya me está mirando feo? Lo entiendo, yo también.

A ver, nuestros gobernantes no nacieron y se formaron dentro de un repollo, por el contrario son el producto de nuestra sociedad, la misma en la cual nacimos y nos formamos Ud. y yo. Significa que es altamente probable que compartamos el mismo acervo cultural, lo bueno y lo malo, el trabajo duro y la viveza criolla…Ok pero eso no explica porque a otros países no les sucede lo mismo. Cierto y es acá donde necesariamente nos metemos en una frase recontra hecha y nunca concretada, la bendita reforma del estado.

Intentemos bajarlo a tierra. Seguramente Ud., tanto como yo, tenemos que tomar decisiones todos los días, algunas pueden no ser tan importantes en términos de los intereses que afectan, pero otras ciertamente si lo son. Cuantas veces necesitó del apoyo y consejo familiar para realizar estas últimas?. O del asesoramiento profesional?. Si Ud. es como yo la respuesta es muchas. Necesitó tiempo para tomar decisiones trascendentales para su vida?. Si Ud. es como yo, la respuesta es sí. Cuantas veces el árbol le tapó el bosque?. Si Ud. es como yo la respuesta es varias. Pues bien, esto es absolutamente normal independientemente de nuestra propia naturaleza en el proceso de toma de decisiones. Esa persona o personas, familiares o amigos, asesores profesionales, etc. son los cortafuegos que tenemos, nuestro semáforo en el tablero de control que nos indican cuando estamos por meter la pata. Si con todo el bagaje de información, aún cometemos un error, seguramente tendremos mayor capacidad para deshacerlo, o habremos aprendido en el proceso, por ej. podemos cambiar de “asesores”. Lo que es seguro es que iremos por mejor camino que si nos quedamos con nuestro propio análisis de la realidad. Ojo al piojo, no hablo de los refutadores de leyendas “parafraseando a Dolina” ni de los obsecuentes, sino de las personas que participan de nuestra vida y sabemos con certeza que tienen buenas intenciones.

Ahora imagine por un momento las decisiones que se deben tomar a nivel gubernamental. Es por esta razón que le hablaba de la reforma del estado. El proceso de toma de decisiones debe estar marcado por un sistema sano burocráticamente que definitivamente minimice el riesgo de fracaso. Por esto deben existir Ministerios fuertes y profesionales, con personas sólidas técnicamente pero además con la experiencia necesaria en la materia. Tomemos el ejemplo del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas. Debe haber un solo referente, con un equipo sólido y experimentado que conozca la “sensibilidad del agente económico”. Un ex ministro de economía argentino contaba que hasta la década del 60´ y parte del 70´ la carrera de grado se llamaba Licenciatura en Política Económica, pero luego con el advenimiento de la escuela de Chicago paso a llamarse Licenciatura en Economía. Le aseguro que la diferencia es sustancial. El o la Presidente puede tener además su gabinete en las sombras como en EE UU, su propio círculo de confianza que no necesariamente participe de la gestión diaria y que pueda ayudar a ver el bosque completo. Por supuesto además el gobernante de turno debe tener la capacidad para escuchar y sopesar las opiniones, incluso contrastarlas, lo cual es una práctica sana y fundamentalmente virtuosa.

Seguramente el lector estará ávido por tirarme encima todos los ejemplos donde aún con instituciones fuertes y procesos menos personalistas terminamos en el fracaso, pues bien es cierto, pero justamente ahí está el quid de la cuestión, esta práctica virtuosa en general ha sido interrumpida, dejada de lado conforme los problemas avanzan y el gobernante se cierra cada vez en un círculo más chico hasta estar completamente solo/a. De allí provienen la mayoría de las malas decisiones, y es cuando aparecen los mayores obsecuentes, el micro clima se apodera de la situación y no podemos entender como los otros no piensan como nosotros. Conforme el proceso avanza el sentido común se pierde, y pasamos a ver el mundo como una suerte de guerra entre buenos y malos. El proceso se autorefuerza porque es claramente recursivo y terminamos donde SEGURAMENTE NO QUERIÁMOS ORIGINALMENTE. Piense, no encuentra familiar este comportamiento? Acaso en su vida cotidiana no ha actuado así? Si la respuesta es no, lo felicito, pero le comento que las estadísticas marcan lo contrario. 

Si se estudian los procesos tanto de países desarrollados como emergentes, y en particular latinoamericanos, aunque con matices, los estados han logrado establecer ciertos estándares muy básicos, pero suficientes para mejorar la calidad del proceso de toma de decisiones en donde los resortes o “cortafuegos” funcionan mínimamente de manera de evitar nuestros impulsos humanos. O Ud. cree que estos impulsos son diferentes a los de los gobernantes de otros países? Por supuesto que no, pero existen los semáforos y aunque muchas veces se pasan la luz roja, con el tiempo han logrado respetarlo la mayoría de las veces. Es obvio que una reforma del estado debe llegar a todo los poderes de la república, pero si el patrón se repite, seguiremos igual.  En Argentina es una cuenta pendiente.

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